a la orilla de la mejilla pálida
del alma derrotada en ninguna parte
en los recovecos del sollozo.
Llueve dentro,fría sentida
a poco el calor no llega
y se abandona el atisbo de alegría.
Llueve con cada susurro
el que aquí no hace mas eco
y la distancia pone por medio
cual muro
por donde no escapar.
Llueve a remolinos
como el oleaje embistiendo
la pared de la casa
no hay calma
mas hundida en la pena
llegando una tormenta
atormentando la noche.
Llueve y por mas abrigo que se busca
inquilinos de la oscura
pero serena estancia
nos invade
nos aísla.
Inguma.
Extremadamente preciosas esas lagrimas no derramadas.
ResponderEliminarUn abrazo Inguma.
Es muy hermoso este poema, con emotivas imágenes que componen sentidos versos...
ResponderEliminarSaludos.